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La primera etapa histórica de Jesús Despojado (1937-1942)

Esta Hermandad cuenta con una monografía de los historiadores Carlos José Romero Mensaque, Rafael Aranda Barrionuevo y Jesús Luengo Mena que ha venido a aclarar muchos puntos oscuros de su historia. Tiene un antecedente en la iniciativa frustrada de fundar una Cofradía llevada a cabo por unos fieles en la capilla del Rosario de la calle Dos de Mayo figurando entre sus promotores el capellán don Francisco Terrones, pieza clave en los años iniciales. La Hermandad de Jesús Despojado se funda como tal en la parroquia de San Marcos y sus primeras Reglas son aprobadas el 2 de abril del año 1938 residiendo en sus primeros años en la capilla de los Servitas, anexa a dicha parroquia. En sus orígenes está la iniciativa de un grupo de fieles a cuyo frente estaba don José Laborde, fundador histórico de la Hermandad, que comenzaron dando culto a unas imágenes que ya estaban el parroquia de San Marcos y que fueron destruidas por el incendio que sufrió la misma en los sucesos del 18 de julio de 1936. Estas primitivas imágenes eran un Cristo atribuido a Hita del Castillo con iconografía de un Sagrado Corazón y una Dolorosa anónima.

Ante esa adversidad los hermanos encargan nuevas imágenes al imaginero Antonio Perea Sánchez que les entrega la imagen de Jesús en el momento del Expolio (Despojado de sus Vestiduras) fechada en 1939 y que dos años atrás ya había entregado a la Hermandad la imagen de una Virgen de los Dolores (bendecida el 12 de diciembre de 1936) y que fue sustituida en 1961 por otra Virgen del imaginero Antonio Eslava Rubio, encargada por el cofrade y reorganizador de la Hermandad don Antonio Fernández Rodríguez que es la que actualmente procesiona bajo palio.

La primera salida procesional de la Hermandad se produce desde la iglesia de Los Terceros debido a que la capilla servita de San Marcos donde residía no permitía la salida del paso por su estrechura. Fue el domingo de Ramos de 1941 sacando sólo un paso con el Cristo Despojado y cuatro figuras que representaban a un soldado romano y tres sayones judíos, uno que le ofrecía vino con miel, otro que le desnudaba y otro en actitud de abrir un hoyo para la Cruz, obras de José Sanjuán. Al año siguiente la Hermandad sale el Lunes Santo y por un comportamiento desordenado que causan algunos nazarenos es denunciada la misma ante la Vicaría que suspende a su Junta de Gobierno ordenando la formación de una Junta Gestora que como no llegó a tomar posesión hizo que la Hermandad cayese en decadencia y casi se extinguió. Siguiendo el relato que el historiador Carlos José Romero Mensaque hace de este asunto parece ser que fue el sacerdote don José Sebastián y Bandarán quien, como delegado que al parecer hacía del cardenal Segura para fiscalizar el desarrollo de las Cofradías, sorprendió a un diputado de la Cofradía con otros hermanos bebiendo en una taberna. Indignado y con malos modos insto al Hermano Mayor a que identificara al nazareno en cuestión al que habían desprendido de su capa. El Hermano Mayor, don José Laborde Foyo, se negó a denunciar al presunto hermano infractor del que además tenía buenas referencias y la Autoridad Eclesiástica destituyó a la Junta de Gobierno nombrando a una Gestora que no llegó a ejercer como tal. El Hermano Mayor, dolido por la injusticia cometida y la severidad de la sanción se fue desentendiendo de la Hermandad que terminó con sus imágenes sin culto como meros enseres en la iglesia de San Hermenegildo. Hemos de añadir que en esta época era frecuente tal comportamiento y podríamos citar varias Cofradías con ejemplos similares. De ahí el calificar de injusticia tal decisión ya que a otras de más renombre la autoridad eclesiástica se conformaba con aplicarles una multa o apercibimiento.

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